Durante el embarazo no se trata de comer mucho, sino de elegir muy bien lo que se consume. Si en cualquier etapa de la vida es importante cuidar lo que se come, durante el embarazo esta necesidad se multiplica por dos.
Una dieta sana y equilibrada es imprescindible para la formación correcta del futuro bebé y permite a la mujer embarazada mantener un óptimo nivel de energía salud durante los nueve meses de gestación y la lactancia.
Además de la calidad de los alimentos, es decisivo vigilar su cantidad, con el fin de evitar, en lo posible, el sobrepeso. Las mujeres embarazadas necesitan alrededor de 350 calorías diarias más de las que consumen habitualmente.
LEGUMBRES:
Los garbanzos proporcionan energía, proteínas y buenas dosis de vitaminas (B1. B6, ácido fólico) y minerales (fósforos, hierro, magnesio); y al mismo tiempo son muy pobres en grasas saturadas, por lo que contribuyen a regular el colesterol. Combinados con un cereal (arroz, pasta) la calidad de sus proteínas mejora. También aportan fibra, favorece el tránsito fibra, que favorece el tránsito intestinal. Otra legumbre importante son las lentejas, fuente de vitaminas B1 y B6 y de varios minerales, como hierro, fósforos, magnesio y potasio.
BRÓCOLI:
Muy digestivo y de agradable sabor y textura el brócoli contiene principios imprescindibles durante el embarazo, como ácido fólico y calcio, además de grandes dosis de vitamina C, que nos ayudará a absorber el hierro de los alimentos. Para no perder su valor nutritivo, se puede cocinar al vapor.
ACEITE DE OLIVA:
La mala fama de las grasas no puede hacer que las eliminemos de la dieta. Son necesarias porque proporcionan energía y aseguran el funcionamiento del organismo, particularmente del sistema nervioso. Lo que se debe hacer es consumir las de mejor calidad en su proporción justa. El aceite de oliva es una de las mejores opciones. Para condimentar ensaladas el más recomendable es el de primera extracción en frío, que es muy suave.
