Hay que tener en cuenta una premisa y es que, cuanto antes des de mamar a tu bebé, antes tendrás leche.
Las primeras tomas pueden resultar algo molestas y complicadas hasta el momento en que tu pequeño y tú os compenetréis. Él tiene que acostumbrarse a tu pecho y tú, a tu hijo. Sé obstinada y no tengas inconveniente en probar distintas posturas hasta que encuentres aquella que te resulte más cómoda y práctica. Ya verás como en muy poquitos días todo resultará mucho más fácil, considerándolo como un acto que vas a realizar con soltura.
Quizás, en un principio, por comodidad resulte más sencillo dar el pecho tumbada de lado. Así el niño podrá pasar mucho tiempo contigo en la cama y los dos descansaréis plácidamente.
Recuerda que no hay ningún inconveniente en que pase largos ratos succionando. Eso sí, la introducción del pezón tendrá que ser adecuada para evitar las dolorosas grietas. En caso de que duerma mucho, tendrás que despertarlo para que, al menos, realice unas 8 tomas diarias.
Nota: no olvides ser flexible durante el período de amamantamiento.