Si tu pequeño estornuda a menudo, moquea, tiene los ojitos irritados, la garganta dolorida y una tos que empeora durante la noche y a primera hora de la mañana, podría estar sufriendo polinosis o alergia al polen. Esta sensibilidad a los pólenes es bastante común entre los bebés y los niños de corta edad, aunque año tras año se incrementan también los casos entre la población adulta. Evitar el contacto con el polen que produce la alergia puede ayudar a minimizar los síntomas.
Toma nota de nuestros consejos:
• Baña al pequeño cada tarde para eliminar el polen que se haya acumulado en su cabello. Lava su ropita cada vez que lo cambies.
• Si el niño ya es mayorcito, puedes darle una cucharadita de miel al día para ayudarle a aumentar sus defensas. Sin embargo, no se la des si tiene menos de un año, ya que existe un pequeño riesgo de que contraiga botulismo.
• Ponle unas rodajas frías de pepino sobre los ojos, o límpiaselos con un algodón impregnado en una infusión de camomila (a temperatura ambiente). Así reducirás el picor.
• Si los síntomas son severos, consulta con el pediatra para que pueda prescribirle el antihistamínico más adecuado a su edad.