No siempre que parece que un bebé está congestionado, esto se debe a que tenga mocos. Sin embargo, lo cierto es que los bebés producen mucha más mucosidad que los adultos, tanto de nariz, como de sistema respiratorio y ojos y esto puede provocar cierta congestión nasal durante los primeros dos meses de vida.
Para limpiar a tu bebé, tu mejor aliado será el suero en sus diferentes presentaciones.
No siempre que parece que un recién nacido tienen mocos, es así. Hay veces en que los bebés se atragantan tomando el pecho o el biberón y se les queda un poco de leche en las vías respiratorias. Esto hace que la respiración no sea limpia y nos haga sospechar un resfriado. Si supieran aclararse la garganta lo solucionarían sin problemas, pero como no saben, se queda la leche en plan “ascensor” hasta que se absorbe o hasta que les vuelve a la boca.
Cuando se trata de mocos en la nariz, lo más recomendable es que la limpies varias veces al día. Un buen momento puede ser antes de cada toma, para que pueda comer mejor. El vapor del agua fluidifica un poco los mocos. Así que no es mala idea que adquieras esta rutina también después del baño.
El suero fisiológico ayuda a deshacer los mocos y a arrastrarlos para que el bebé los saque afuera o bien para que se los trague. No pasa nada si esto sucede.
Las jeringas, que se utilizan cuando se compran botellas de suero grandes, no se recomiendan, porque es difícil controlar la presión de la administración (muchas veces el émbolo cede de golpe, aunque lo hagamos poco a poco).
En caso de utilizar las botellitas de suero individuales lo ideal es hacer entrar el suero en la nariz como si de lágrimas se tratara (gotita a gotita). Si lo hemos calentado un poco previamente no se dan cuenta hasta que el moco y/o el suero les llega a la garganta.
Respecto al cuidado de la mucosidad en los ojos, también necesitarás suero y gasas esterilizadas. bebé Lo más práctico es emplear envases mono dosis de suero. Con el bebé acostado boca arriba, pondremos el suero en vertical para que caiga el globo ocular e inclinaremos suavemente la cabeza del bebé hacia el lado de cada ojo (no hacia la nariz) para que caiga el suero restante del interior del ojo hacia fuera, sin peligro de que moje el otro ojo. Podemos ayudar a esta acción con toallitas o gasas estériles.
También puedes limpiar los párpados delicadamente mediante toallitas o gasas estériles, húmedas, eliminando los restos de legañas y bacterias presentes en el exterior de los ojos. Las gasas han de estar húmedas, empapadas en agua hervida (una vez templada) o en suero fisiológico. Para evitar la transmisión de posibles infecciones, es importante utilizar una toallita o una gasa para cada ojo (o una parte distinta de la misma toallita). El movimiento de limpieza debe ser desde la parte interior de los párpados (el ángulo interno, el lagrimal) hacia el ángulo externo del ojo.
Por cierto, existen toallitas específicas para bebés de un solo uso, que te pueden venir bien para cuando estés fuera de casa, o salgas de viaje.