La salida de los dientes es algo relativo ya que hay niños en los que a los cuatro meses ya les ha salido el primer diente. Otros, en cambio, con un año, aún no tienen ninguno. La salida de los dientes viene acompañada, normalmente, de ligeros trastornos para el niño, como fiebre y resfriado y, a veces, incluso, de diarrea e irritaciones. Los primeros dientes en crecer son los incisivos, ideales para masticar verduras y alimentos blandos; más tarde, apuntan los molares y caninos, adaptados a la carne. El proceso termina hacia los 30 meses, con la erupción de los segundos molares.
Como hemos dicho anteriormente, cuando los dientes empiezan a crecer pueden tener algunos síntomas como diarrea e irritaciones, de todas maneras, lo mejor es consultar con el pediatra por si acaso esto no estuviera relacionado con la salida de los dientes. Si el pequeño está intranquilo, le vendrá bien tener cerca alguna cosa en la que pueda frotar su encía: el dedo de papá o mamá, un poco de agua o de leche fresca, un alimento duro y fresco (manzana), o el mordedor frío.
Hacia el primer año el bebé puede tener un máximo de seis u ocho dientes, por lo general, los incisivos centrales y laterales. Es recomendable frotarlos con una gasa húmeda después de las comidas y además ofrecer al niño un poco de agua, que arrastrará los restos que hayan podido quedar en las encías. Finalmente, cuando les hayan crecido todos, como sabéis, debemos enseñarles desde pequeñitos a que deben lavarse los dientes después de cada comida. Si desde pequeños cogen este hábito, será mucho más fácil que continúen haciéndolo durante el resto de su vida y la salud de su boca se lo agradecerá.
Imagen: jennimarques