Foquita era una foca muy instruida. Se pasaba el día leyendo libros, ¡y a qué ritmo! Con razón decía su madre que, por término medio, despachaba cuatro libros al día
Foquita fue una tarde con sus padres a casa de unos amigos de estos últimos, quiénes tenían un hijo muy aplicado. Sabía de todo, pero tardaba una semana en leerse un libro corriente. Naturalmente, los padres de Foquita dieron por descontado que ésta sabía mucho más que su nuevo amigo, pero los padres de éste no se mostraron tan convencidos.
Los propietarios decidieron hacer una prueba. Invitaron a Foquita y al hijo de los propietarios de la casa a hablar de los libros que habían leído ese mismo día. Foquita recordaba el título… y nada más. Había leído tan deprisa que no se había enterado de nada.
En cambio, su amigo habló durante horas sobre el libro que estaba leyendo desde hacía varios días. Se veía que había digerido su contenido muy bien.
Muy avergonzados, regresaron a casa Foquita y sus padres. Estos reprendieron severamente a su hija y le hicieron comprender que es preferible hacer poco y bien que mucho y mal.
Amiguitos: Naturalmente, que el ejemplo de la lectura es aplicable a cualquier actividad en la vida. Tenedlo siempre en cuenta
Extraído: Pequeñas fábulas