Entramos en temporada alta de disfraces. Si tienes hijos menores de siete años, una de las cosas que no debe faltar en tu casa es el típico baúl de disfraces. No hace falta que sean completos, ni muy sofisticados. Las telas, cinturones y accesorios (gafas, narices, gorros, caretas…) dan mucho juego.
Pero ojo, no a todos los niños les gusta disfrazarse, ni que les pinten la cara. Es importante no forzarles a hacerlo.
Disfrazarse contribuye al desarrollo de cualquier pequeño ya que es un modo de jugar mientras estimula su imaginación.
Cuando el niño se viste de un personaje y se imagina una historia con ese disfraz, está dando rienda suelta a su fantasía, a su espontaneidad y a su creatividad. Hasta los seis años la imaginación juega un papel fundamental en el día a día de tu hijo. Es posible que tenga amigos imaginarios y que se invente historias con sus muñecos. Se trata de una edad mágica, en la que el mundo real y el mundo imaginario todavía no están claramente diferenciados por lo que disfrazarse tiene un atractivo especial para ellos.
Además de divertido, disfrazarse es un método estupendo para que los niños expresen sus sentimientos. También es la manera más fácil de enseñar a los niños a ponerse en el lugar de los demás, lo que les ayuda a tener más empatía y a integrarse mucho mejor en el mundo que les rodea.
A través de los disfraces también descubrirás cómo percibe tu hijo a los adultos que les rodean y cómo se siente en las situaciones cotidianas. No hace falta que el disfraz sea sofisticado, puede disfrazarse de mamá, de papá o de profesiones como maestra, jardinero, peluquera o médico…
A casi todos los niños les gusta disfrazarse, pero también es cierto que algunos disfraces pueden asustarles, como los de monstruos y fantasmas y los que les tapan la cara. De hecho, a esta edad la mayoría aún prefieren los que llevan la cara al descubierto.
A estas edades los expertos recomiendan que si al niño le da miedo un disfraz, no no le obligues a llevarlo, porque su fantasía puede intensificar sus temores y hacer que tarde más en superarlos. Lo mejor es que él elija el traje que más le guste. Así disfrutará al máximo de la interesante y divertida experiencia de ir vestido de otro.
La mayoría de los niños se sienten atraídos por personajes de aventuras y de fantasía. Los disfraces de piratas y princesas siempre han sido los preferidos y esto es así porque a través de ellos los niños experimentan sentimientos de valentía, de amor, de lealtad, de justicia, de fidelidad o de amistad. Así entienden mejor el mundo, comprenden el punto de vista del otro, fomentan la imaginación, expresan sus sentimientos y desarrollan las habilidades sociales que necesitan para desenvolverse en la vida.
Además, si les dejáis elegir el disfraz descubriréis más acerca de sus gustos y preferencias, conocerás mejor sus sentimientos y sus miedos, por qué les atrae un personaje y qué es lo que lo hace tan especial para ellos. Y es que disfrazarse no es solo ponerse la ropa de otro personaje.