El caso de la adolescente que fingió un secuestro para evitar la reprimenda de sus padres por las malas notas en el colegio ha puesto sobre la mesa el tema de educar en la verdad. Un asunto un tanto abstracto, no siempre fácil de aterrizar, pero no por ello secundario, a la hora de plantearnos qué valores queremos que sean prioritarios en la educación de nuestros hijos, desde que son pequeños.
Hasta los cinco año es más o menos normal que los niños recurran a la mentira como estrategia para resolver un problema o simplemente para experimentar y descubrir qué reacciones conlleva en los demás y en ellos mismos una determinada actitud, pero cuando a partir de esta edad, recurrir a no decir la verdad se convierte en algo reiterado es cuando debemos prestar especial atención a este asunto.
Una necesidad de llamar la atención, imitar conductas de personas del entorno o falta de seguridad y autoestima para aceptar determinadas situaciones pueden ser las causas de este comportamiento.

Como en tantos retos relacionados con la educación de los hijos, la mejor manera de transmitir un determinado valor es con el propio ejemplo. Por ello el mejor modo de educar en la verdad será que los hijos vean en sus padres un modelo. Por otra parte, y para que los niños no perciban que la mentira es una estrategia fácil para resolver conflictos los adultos deberán lograr en casa ese equilibrio difícil de conseguir entre un clima de confianza para que ellos se sientan cómodos a la hora de contar sus problemas, mientras los padres orientan, aconsejan, enseñan o regañan cuando algo no ha estado bien.
Huir de la desproporción en las reacciones cuando comparten que la maestra les ha reñido o que han suspendido y valorar su valentía al contar la verdad son dos actitudes que también pueden ayudar en el ámbito familiar a educar en la verdad.
Por otra parte, es importante que sepan que solo si cuentan la verdad de las cosas podremos ayudarles cuando se enfrenten a algún problema o dificultad.

Una herramienta fabulosa para trabajar con niños cualquier asunto son los cuentos. El lenguaje y las ilustraciones pueden favorecer el debate sobre cualquier tema y facilitar que nuestros hijos expresen sus sentimientos y emociones. Un libro que plantea de manera entretenida este asunto es «El misterio del huevo azul», de la editorial Barco de Vapor. Una historia recomendada para niños de entre 8 y 10 años, que puede dar mucho juego si se lee en familia por capítulos y se comenta después.