El día de la madre es una fecha particular, en la que toda mujer espera festejarlo con sus hijos. Eso no quiere decir que espere un costoso regalo. Lo que espera es ser pensada, tenida en cuenta, “agasajada”. Espera ese día para sentirse “especial”.
En casi todo los hogares, mamá es la que se acuerda de las fechas de los cumpleaños, de comprar los regalos, quién se ocupa de los presentes en los bautismos, en Navidad… Pero cuando se acerca el día de la madre y los hijos son pequeños, el rol de los papás es muy importante. El bebé no puede salir a comprar un regalito para mamá o mamita ni escribirle una cartita. Es papá quién deberá ocuparse, para que llegado el momento, mamá no sufra la decepción de no haber sido merecidamente agasajada.
¿Por qué no preparar un obsequio junto con el niño, explicándole que cuando mamá lo reciba se va aponer muy contenta?. Por ejemplo un mensaje, donde el pequeñito exprese unas palabras sencillas “hola mamita, te quiero hasta el cielo”, o un dibujo hecho y firmado por ambos. Para mamá, este regalo tendrá mucho más valor que un objeto caro, y seguramente lo guardará para siempre en su memoria y en su corazón.
Cuidar a la madre (agasajar es una manera de cuidar) es imprescindible, porque ella es irremplazable. Dicen que “madre hay una sola”, pero muy lejos está de tratarse de una cuestión numérica, es una sola la persona que desempeña la función materna, ya sea biológica o la belleza de ser una madre adoptiva. Por lo tanto, debe ser festejada una vez al año, y respetada los restantes 364 días.