Evitar las regurgitaciones del bebé

Es más frecuente en los bebés que toman biberón, pero también sucede en los bebés lactantes. Terminan la toma y «echan un poquito». «Eso le sobraba», dicen las abuelas. Estas regurgitaciones son frecuentes y no tienen por qué implicar malestar en tu hijo. Te explicamos cómo evitar las regurgitaciones del bebé

La existencia de regurgitaciones no quiere decir que haya problemas, o riesgo de asfixia y es algo que se solucionará conforme tu bebé vaya creciendo. Unos bebés regurgitan más que otros, sobre todo durante el primer año de vida. Algunos niños dejan de regurgitar en el momento en el que empiezan a sentarse.

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¿Qué puedes hacer?

Cuando des de comer a tu bebé asegúrate de estar tranquila, en una habitación sin ruidos y tomándote el tiempo necesario. Evita los ruidos repentinos, las luces brillantes y las interrupciones.
– No alimentes al niño cuando esté tumbado. Es mucho mejor que tenga la parte superior del cuerpo erecto, bien sentándolo en una silla para niños o en un cochecito. Si le das biberón, al terminar ayúdale a que eructe.
También es buena idea que levantes un poco la parte delantera de la cuna (donde el bebé apoya la parte superior del cuerpo) y que tumbes al bebé boca arriba. Esta posición coloca la cabeza por encima de su estómago y evita que se ahogue en el caso de que vomite mientras duerme. puede hacerlo colocando simplemente una toalla doblada debajo del colchón.
– Alimenta al bebé antes de que tenga mucha hambre.
Si le das biberón, asegúrate de que la tetina no sea ni demasiado amplia ni demasiado pequeña. El agujero de la tetina debe ser del tamaño adecuado de modo que deje caer unas pocas gotas cuando se coloca hacia abajo el biberón.

De todas formas, y aunque las regurgitaciones son comunes en bebés pequeños, en ocasiones un problema de reflujo puede ser la causa de otros problemas de salud:

– Insuficiente aumento de peso: no siempre fácil de valorar, pues también los niños con reflujo pueden ser delgados por naturaleza, pero, desde luego, el pediatra siempre vigilará estrechamente la curva de desarrollo de un niño con reflujo importante.

– Llanto: al regurgitar, el ácido del estómago irrita la mucosa del esófago y como pueden tener reflujo sin llegar a devolver, éste es un diagnóstico siempre posible en los bebés que están continuamente inquietos y llorando.

– Anemia:  la irritación del esófago puede producir erosiones cuyo sangrado, escaso pero pertinaz, acaba por causar una anemia.

– Tos, bronquitis y asma: en niños con bronquios sensibles, el reflujo pude causar crisis de asma por mecanismos reflejos; además, algunos bebés pueden aspirar pequeñas cantidades de leche, a veces microscópicas, que causarán la consiguiente sintomatología respiratoria, especialmente crisis de sofocamiento o tos.

Por eso, si tu bebé tiene demasiadas regurgitaciones o te parece que en su caso puede estar asociado a cualquier otro problema de salud, lo mejor es que consultes este asunto con tu pediatra.

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