Hasta hace muy poco tiempo se controlaba al niño antes de nacer desde el punto de vista puramente biológico, pero no se profundizaba en el concepto que hoy tenemos de él: no es un objeto, es un ser vivo enormemente desvalido, pero que siente, ve, oye, percibe sabores, etc…
Todo esto lo sabemos gracias a un grupo de investigadores en este campo que estudiaron lo que pasaba con el niño antes de nacer. La haptonomía se define como la ciencia de la afectividad, creada por el profesor Frans Vledman. Se ha demostrado que existe una comunicación afectiva entre la madre y su hijo antes del nacimiento, de enorme importancia en el futuro desarrollo de su personalidad, hasta el punto de que una ausencia de esa comunicación podría crear graves problemas psicológicos en el futuro del bebé.
La madre puede sensibilizarse y aprender a establecer esta comunicación afectiva con su hijo, siguiendo un curso que denominamos psico-tactile y que sería un seguimiento haptonomónico del embarazo. Esta misma comunicación que aprende de la madre, también la puede aprender del padre, no solo por comunicarse con su hijo, sino por su papel durante el parto. Éste tiene lugar en una auténtica comunicación de madre, padre e hijo.
Esta comunicación se puede establecer por el pensamiento, por la palabra, pero se efectúa fundamentalmente por el tacto. No se trata simplemente de tocar. Hay que saber tocar y para ello hay que desarrollar una potencialidad que todos tenemos al nacer, pero que por no usarla, casi todo el mundo la tiene sin desarrollar.
La haptonomía no es una técnica, ni un método, ni una doctrina. Es la comunicación afectiva a través del tacto. Para que estas facultades recibidas en potencia cuando nacemos se desarrollen, es preciso que la persona reciba las estimulaciones afectivas necesarias y adaptadas que la confirmarán en su ser.