A la hora de dar a luz, la matrona está capacitada para atender un parto con una evolución normal, y para prestar cuidados al recién nacido. Atenderá a la futura mamá en el momento del ingreso, y durante el periodo de la dilatación, de la expulsión y del alumbramiento. Tras el nacimiento, la matrona coloca el bebé sobre la piel de la madre, para facilitar el contacto madre-hijo y favorecer la lactancia materna. Si la matrona detecta problemas de salud o desviaciones de la normalidad, tanto durante el embarazo como en el parto, derivará y compartirá el control de la mujer con otros profesionales, como el ginecólogo.
En el postparto la matrona atiende a la mamá en el hospital, cuidando su estado general, soportando la lactancia materna y valorando su estancia emocional. Tras el alta hospitalaria, la atención es individual en la consulta y en grupo, junto a otras madres y bebés. La matrona ofrece atención e información acerca del proceso de recuperación, de cómo realizar ejercicios para recuperar la musculatura del suelo pélvico, de la alimentación, de los masajes del bebé, de los cuidados del recién nacido en general.
En la actualidad, la matrona es un profesional sanitario que tras haber cursado la Diplomatura de Enfermería realiza una especialidad durante 2 años con un total de 3600 horas. Una vez finalizada la especialidad, sigue realizando formación continuada mediante cursos, asistencia a congresos, jornadas… donde la matrona se relaciona con otros profesionales y aprende de sus experiencias. Por todo ello, las mujeres confían en la matrona, porque es una profesional de la salud que nos atenderá a lo largo de nuestro vida reproductiva.
Imagen: blog beaterio