Cuando el niño cumple los dos años su percepción empieza a cambiar y las relaciones que antes tenía, sólo con la familia, pasan a ser secundarias. En ese momento, el niño necesita conocer a otros niños y relacionarse con ellos. El ser humano parece estar fabricado para convertirse en un ser cooperativo y, al final, termina aprendiendo el concepto de ayuda mutua. El niño conforme va creciendo aprende a compartir. Cuando está en casa y tiene más hermanitos o cuando vienen sus primos, debe compartir sus juguetes con ellos. Lo cierto es que puede costar al principio ya que el niño percibe que los juguetes son suyos y no tiene porqué dejarle nada a nadie. Sin embargo, a partir de los dos o tres años, el niño empieza a compartir sus cosas.
El lugar en el que los niños empiezan a compartir es el jardín de infancia. En la guardería no sólo tienen que aprender a compartir sino que tienen que hacer nuevos amigos y su vida empieza a cambiar, como hemos dicho, aparecen las primeras relaciones sociales. Poco a poco los niños asimilan los conceptos de compartir, observar y hablar hasta que finalmente descubren la alegría de jugar en grupo. Cuando empiezan a acudir a la guardería puede ser un mal trago para algún niño pero conforme pasa el tiempo, estas ansiedades desaparecen y se convierten en una experiencia fundamental de aprendizaje social.
Los adultos saben cómo adaptarse a otros grupos para evitar el aislamiento pero los niños son diferentes. Algunos no necesitan más que estar solos, otros son tan dependientes a sus padres que les cuesta hacer amigos… Por ello se recomienda a los padres que provoquen situaciones en las que el niño tenga que relacionarse con otros ya que es fundamental para construir las bases de su independencia y autonomía futuras.