Mantener la calma cuando tu hijo está nervioso

Es una escena típica. Todo va bien; tu estás tranquila y tu hijo también, pero de repente la tarde se tuerce. Quiere hacer algo que no es posible, se rompe un dibujo o simplemente se frustra porque algo no le sale bien y empieza a llorar, a gritarte o a tirarte del pantalón. Por mucho que intentes tener paciencia eterna, llega un momento en el que no puedes más y también tú empiezas a hablar en un tono más elevado del deseable. Estás perdiendo el control, algo que lejos de solucionar nada, solo empeorará la cosas. Por eso te damos algunas claves para que aprendas a mantener la calma cuando tu hijo esté nervioso.

No seas demasiado duro contigo mismo si consigues dominarte. Los pulsos con los niños pequeños son realmente duros. Piensa que a todos los padres se les escapa un grito en más de una ocasión y que toda la paciencia del mundo es poca, cuando hablamos de niños.

llorar
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Pero como el mal de muchos no es consuelo y como lo deseable siempre es manejar estas situaciones sin perder la paciencia, te damos algunos consejos para mantener la calma cuando tu hijo esté nervioso:
•Cuando estés en ese momento que sientas que no puedes más, para, deja lo que estés haciendo y respira profundamente. Te parecerá una tontería, pero no lo es. Haz la prueba y verás.
•Si tú estás calmado, puedes ofrecerle tu ayuda y permitirle que llore si es lo que necesita en ese momento. Aunque te esté sacando de tus casillas, intenta estar tranquilo y recuérdate a ti mismo que sus lágrimas representan su manera de abrirte su corazón. En este momento puedes decirle cosas como “estamos teniendo un momento complicado. ¿te parece si empezamos de nuevo?”. Con niños mayores puedes probar con “tú necesitas ….. y yo…. ¿qué podemos hacer para solucionar esta situación?
•En un momento de bloqueo intenta conectar con tu hijo. Todo lo demás debería esperar (no siempre es posible).
•Cuando los dos estéis tranquilos, descubre qué podéis aprender de lo que ha sucedido. Piensa en qué puede ayudarte a estar más tranquilo (ponerte en el lugar de tu hijo, estar más descansado, reduciendo compromisos…) y habla con él de qué podéis cambiar los dos para que no vuelva a repetirse la escena.

En pleno enfado no recordarás estos pasos, pero está bien recordar la teoría para poder llevarla a la práctica. Si te lo propones, con trucos como éstos es más fácil manejar situaciones que ahora mismo te parecen imposibles de sobrellevar.

Es precisamente en esas situaciones tan delicadas cuando más importante es que los padres sean capaces de mantener la calma, dar ejemplo de autocontrol y dominio de sí mismos.

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