Empecemos por cambiar el nombre a las emociones: ¿Qué tal dejar de lado «aterra», «terror» para usar otra expresión más suave y que permita un afrontamiento menos tenso? Así, podríamos hablar de inquietud, nerviosismo, temor o miedo, porque realmente la situación tiene todos los elementos para eso:
- Existen casos, ya muy pocos, de peligro vital.
- Es diferente, miedo a no saber como la vas a enfrentar.
- Viene enseguida de grandes cambios.
- Hay un cansancio acumulado de los nueves meses de gestación.
- Existe siempre un nivel mínimo de incertidumbre sobre el futuro.
Para paliar en cierta medida ese recelo, se puede hacer lo siguiente:
- Concretar qué elementos del parto son los que más se temen y consultarlos con expertos en la materia.
- Conversar con mujeres que hayan pasado por esa experiencia, aunque teniendo en cuenta que cada caso es único.
- Asistir a cursos de preparación al parto.
- Visionar algún documental donde se muestre la situación del parto.
- Si la ansiedad es demasaido intensa, consultar con un psicólogo.