Recuerdo cuando al desvestir a mi hija, descubrí unas zonas de piel muy secas y enrojecidas, con marcas de arañazos e irritación, fui corriendo al pediatra y, tras unas pruebas, le diagnosticaron piel atópica. ¡Mi bebe tiene piel atópica! ¿Y ahora qué?
No tenía ni idea de qué era la piel atópica, ni de cómo podía influir tanto en mi bebé, como en la familia. Por suerte, esa etapa ya paso y a base de documentarme y probar productos, soy toda una experta en esta afección.
¿Estás en la misma situación que yo? ¿Quieres saber a lo que te vas a enfrentar y cuáles son los mejores tratamientos? Te lo cuento a continuación.
¿Qué es la piel atópica?
No hay nada como la delicada piel de un recién nacido. Es tan suave y huele tan bien que nuestros cuerpos están realmente programados para querer tocar al bebé.
Pero esa hermosa piel es muy sensible y propensa a una variedad de condiciones, desde sarpullido por calor, hasta dermatitis del pañal, y una de las más comunes es la dermatitis atópica (o eczema).
Se calcula que alrededor del 13 por ciento de todos los niños tienen dermatitis atópica, una afección que hace que la piel se seque, enrojezca, pique e inflame, apareciendo en primer lugar en el cuero cabelludo, la frente, la cara, y más adelante en los pliegues del cuello, o las articulaciones (codos y parte posterior de las rodillas).
No es que sea una enfermedad grave ni nada por el estilo, pero resulta de lo más molesta, sobre todo porque te sientes impotente al no poder darle alivio inmediato a tu bebé que está llorando desesperadamente por los picores.
Esta condiciones pasa por periodos sin brotes, y por fases de brote en las que los síntomas se agudizan.
¿Qué lo causa?
El primer paso para prevenir la dermatitis atópica es aprender qué lo causa y, desafortunadamente, hay muchas causas. Una de ellas es la herencia genética. Si el bebé tiene un pariente a quien se le ha diagnosticado dermatitis atópica, tiene un mayor riesgo de desarrollarlo.
Además de la composición genética del bebé, esta afección está relacionada con otras afecciones atópicas como el asma, la fiebre del heno y las alergias alimentarias. Una de las causas más probables es por un problema en el funcionamiento de la piel.
La piel tiene una barrera que mantiene la humedad dentro y los gérmenes fuera. Pero en la piel atópica, la barrera cutánea no funciona muy bien, por lo que la epidermis acaba secándose y las bacterias pueden entrar con facilidad.
Pero si hay algo que empeora los síntomas, son los desencadenantes ambientales. Los más comunes incluyen:
- Piel seca: La sequedad causa picor, y empieza el ciclo de rascado-picor, lo que aumenta el riesgo de infección.
- Irritantes: Los irritantes como ciertos tejidos (lana y poliéster); jabones y detergentes; polvo, arena, productos de limpieza o humo, por nombrar unos pocos, pueden irritar la piel.
- Estrés: El estrés emocional crea una reacción inflamatoria y afecta negativamente la función de barrera de la piel, lo que puede conducir a una mayor pérdida de humedad.
- Tiempo y clima: La baja humedad empeora la sequedad.
- Infección: Las infecciones por bacterias, virus u hongos pueden producir toxinas que agravan la afección.
- Alérgenos: Ciertos alimentos, la caspa de mascotas, los ácaros del polvo, el moho y el polen.
- Sudor y exceso de saliva: Estos líquidos corporales también irritan y secan la piel.
Tratamiento de la piel atópica
Tras la evaluación del especialista, éste puede recomendar ciertos productos o directrices a seguir para aliviar los síntomas, pero de ningún modo te va a dar medicación para eliminarlo, ya que no hay una cura permanente para este problema.
Las cremas emolientes especiales para pieles atópicas son muy importantes, pues la piel necesita una hidratación continua (al menos 2 ó 3 veces al día). La crema debe ser sin perfume (pues es un irritante conocido) y sin ningún otro elemento que puede exacerbar la irritación. Y si tiene una textura espera, mejor.
Si los síntomas son más severos, el pediatra puede recomendar algún producto tópico con esteroides para ayudar a reducir la picazón y el enrojecimiento; e incluso antihistamínicos para reducir la comezón y que el niño pueda dormir. Seguros siempre y cuando se usen según las indicaciones del pediatra.
También es fácil que recomiende vendajes de algodón para evitar que el pequeño se rasque y se haga una herida que podría empeorar en una infección. Y antibióticos si la infección se produce.
En la web www.ydeverdadtienestres.com también dan otras recomendaciones para convivir con esta afección que te pueden servir, como les ha servido a ellos.
Y por supuesto, evita cualquier cosa que irrite la piel o empeore el problema, como jabones, animales, aerosoles químicos y humo.
Consejos para evitar la incomodidad
- Corta las uñas regularmente para que no se haga heridas al rascarse.
- Utiliza un jabón en crema que sea hipoalergénico.
- Usa un detergente no biológico y un ciclo de doble aclarado al lavar su ropa o la ropa de cama.
- No pongas el agua del baño muy caliente, y reduce el tiempo en remojo.
- Aclara y sécalo bien después del baño, sin frotar.
- Aplica la crema emoliente justo después del baño.
- Vístelo con telas frescas y transpirables como el algodón.
- No fumes cerca del bebé.
- Evita cualquier otro desencadenante que sepas que causa irritación.