El origen del miedo a los parques de diversiones puede ser muy diverso. Desde el temor puede ser muy diverso. Desde el temor a la separación de los padres, por corta que sea, hasta el miedo a la altura, al movimiento, a la velocidad, o incluso a todo lo que rodea al juego: mucha gente, ruidos, luces y colores chillones.
Cuando el pequeño muestre temor a la hora de subirse en algo que, supuestamente, debería producirle placer o diversión, no debemos ridiculizar su miedo con risas, ni comparadlo con los demás chicos, puesto que podríamos despertar en él un complejo de inferioridad.
Sí podemos animarlo acompañándolo en su primer viaje, dejando que suba con su juguete favorito o asegurándole que si tiene miedo el encargado del juego lo bajará si lo desea. Pero que nunca debemos hacer es obligarlo a subirse el juego, puesto que podemos producir un efecto contrario y hacer que lo asuste más.