Fumar no es beneficioso para la salud en ningún momento de nuestra vida pero mucho menos durante el embarazo ya que estamos formando a un ser dentro de nosotros y todo lo que tomemos perjudicial será malo para su salud, además de para la nuestra. Una mujer embarazada que fuma puede tener muchos riesgos en el embarazo. Por ejemplo, niños que nacen más pequeños, más posibilidades de parto prematuro e incluso mayor mortalidad perinatal. El bebé también siente los efectos positivos de inmediato, ya que recibe la cantidad apropiada de oxígeno y alimento y su desarrollo no se ve obstaculizado por la nicotina u otros agentes químicos.
Un estudio reciente publicado en la revista ‘Diabetologia’, declara que las consecuencias pueden incluso saltar una generación. Así, las niñas que, cuando eran fetos, estuvieron expuestas al humo del tabaco, tienen más posibilidades de tener un embarazo complicado. En concreto, el riesgo de padecer diabetes gestacional (una de las complicaciones más frecuentes del embarazo) se dispara en las hijas de fumadoras que no dejaron el hábito durante el embarazo.
Un dato que se ha observado en muchas mujeres fumadoras es que la placenta de estas es mucho mayor que aquellas otras que no fuman durante el embarazo o nunca han sido fumadoras. Se entiende esta respuesta como una compensación para contrarrestar la falta de oxígeno inducida por el tabaquismo de la madre. Existe además una relación dosis-respuesta, cuanto mayor es el número de cigarrillos consumidos, más perjudicial es para la salud del futuro bebé.