Los bebés tienen una piel muy sensible y durante los dos primeros años de vida, no les queda más remedio que llevar el pañal.
Aunque, en la actualidad, los pañales están hechos con materiales absorbentes como la celulosa y tejidos impermeables, como el polietileno que deja pasar el vapor, el hecho de estar todo el día en contacto con la piel, puede provocar algunas irritaciones.
El ácido de las heces, la humedad y el ph de la orina, pueden ser agentes muy agresivos que provoquen enrojecimiento, escocedura y, en algunos casos, hasta granitos que pueden resultar muy molestos y dolorosos.
Para intentar prevenir que esto se produzca, se recomienda cambiar con frecuencia el pañal y, siempre que sea posible, dejar un poco el culito del bebé destapado para que se airee. En cada cambio, se puede aplicar una crema protectora que hidrata la zona y previene la irritación.
Para la limpieza, normalmente se utilizan las toallitas higiénicas específicas para los bebés, aunque hay gente que sigue fiel al agua tibia y la esponja. En cualquier caso, se recomienda secar bien la zona, con cuidado y haciendo hincapié entre las mollitas, donde se pueden quedar restos de suciedad o bien enrojecerse por los restos de humedad. Después de haber limpiado bien la zona, se pueden aplicar las cremas hidratantes que ayudan a proteger la piel de la irritación. Existen pomadas genéricas y otras más específicas y preparadas para los tratamientos de irritación más graves o acentuadas.
Puede ser que el pequeño tenga algún tipo de alergia a los productos de higiene utilizados, los jabones, colonias, cremas hidratantes… Del mismo modo, la piel también puede ser muy sensible al tipo de detergente o suavizante que utilicemos para lavar la ropa.
Del mismo modo, el exceso de salivación durante el proceso de dentición, podría modificar el ph de las heces y por tanto, hacerlas más irritantes.