Todo padre quiere que su hijo esté bien disciplinado. Disciplina es la cualidad que nos ayuda a conseguir lo que queremos en la vida, a llegar sin perdernos por el camino. Los padres están al lado de su hijo enseñándole a no sucumbir ante la frustración, trasmitiéndole con amor y seguridad las normas que rigen la vida personal y social.
Los niños no suelen ignorar a los padres, son muy disciplinados y su naturaleza es colaboradora. Pero según la edad que tengan, no siempre están en condiciones de seguir una consigna por sí solos, aunque nos lo hayan prometido. A la edad de 2 años aproximados aún debemos guiarlos y acompañarlos.Debemos explicarles con buenas palabras cómo tienen que hacer las cosas, para que aprendan. Más adelante, deberán ellos solos recoger sus cosas y obedecer pues ya abrán aprendido lo que les hemos enseñado.
A veces, nuestro hijo siente frustración, quiere algo que no tiene (al ver a otro niño tener algo). Su vocabulario es más amplio, su comprensión más fina y no suele entregarla a la rabieta cuando ya tienen 4 años en adelante. Utiliza más palabras y busca nuestra empatía. Hemos de tener cuidado con estas situaciones, nuestra respuesta puede ser un arma de doble filo. Los padres deben mantenerse firmes en las normas que hemos acordado con ellos. Debemos contenerlo en la frustración y ayudarle a crecer favoreciendo el respeto de las normas importantes para su vida.