El puerperio es el período que transcurre desde el final del parto hasta la recuperación de los órganos genitales y la reaparición de la menstruación.
Suele durar entre 6 y 8 semanas y se divide en tres fases o etapas: el puerperio inmediato (dos primeras horas después del parto); el puerperio clínico (hasta el alta del hospital) y, finalmente, el puerperio tardío, desde el final del puerperio clínico hasta la primera menstruación.
Son frecuentes el cansancio, los sentimientos de tristeza, la sensación de incapacidad de sentirse buena madre. La ayuda de tu pareja es fundamental para superar con éxito esta etapa de adaptación.
Durante este periodo pueden aparecer diversas molestias: entuertos (contracciones del útero para facilitan su involución) que pueden ser dolorosas; aumento de la temperatura corporal y escalofríos tras el parto y a los dos o tres días coincidiendo con la subida definitiva de la leche. También se caracteriza por hemorragias, cuya cantidad irá disminuyendo según pasen las horas, hemorroides debidas a los esfuerzos realizados durante el trabajo del parto y grietas en el pezón al comienzo de la lactancia.
Al final del puerperio es imprescindible una evaluación por el ginecólogo para comprobar que todo está correcto y que el médico te dé el alta definitiva.
Si los fenómenos se suceden naturalmente y sin alteraciones, el puerperio será normal o fisiológico, en caso contrario será irregular o patológico. Se trata de un período muy importante, ya que es el tiempo de aparición de los factores que lideran las causas de mortalidad materna, como las hemorragias posparto, entre otras. Por ello, se acostumbra durante el puerperio a tener controlados los parámetros vitales y la pérdida de sangre maternos.