¿Sois padres sobreprotectores o de esos que ponen el listón demasiado alto? Como en tantas cosas, en el término medio está la virtud; sin embargo, no siempre es fácil saber qué exigir a un niño en función de la edad.
Cuando además sucede que hay varios hijos de edades cercanas, se puede caer en el error de terminar exigiendo a todos lo mismo.
Hay tres variables que pueden ayudarte, la madurez del niño, los conocimientos que tiene en determinados temas y por último el entorno en el que vive.
Por otra parte hay tareas cotidianas, que de manera mecánica resuelven los padres que deberían hacer los niños. Por ejemplo, todos los niños de Primaria deberían preparar su mochila para ir al colegio y ocuparse de ordenar su habitación.
En Infantil con tu ayuda y a partir de Primaria sin ella, también son capaces de dejarse la ropa preparada la noche anterior y separar cuando se pongan el pijama, lo que va para lavar y lo que se pueden volver a poner. Recoger la ropa, los juguetes y ordenar la habitación es algo que los niños deben acostumbrarse a hacer desde que tengan autonomía para moverse.
Otras pautas pueden ser las siguientes:
•Entre los dos y tres años, todas estas tareas deberían estar bajo la supervisión de un adulto. Además de todo lo que tiene que ver con el orden, puedes implicar a tu hijo en otras tareas como poner la mesa, tender la ropa o hacer la compra.
•Entre los tres y los cuatro años ya puede vestirse y desvestirse solo. Ya es capaz de compartir cosas o esperar su turno si tienes que atender a otra persona. Es una edad en la que tu hijo intentará imitarte y será muy sensible a los premios o castigos.
•Entre los cuatro y los cinco años tu hijo necesitará que le vayas marcando las directrices o le recuerdes qué tiene que hacer, pero podrá hacerlo solo. Puedes empezar a darle alguna responsabilidad dentro de casa, como regar las plantas o darle de comer a vuestra mascota. En esta fase el grado de autonomía para comer, vestirse o asearse es grande.
•Entre los cinco y los seis años necesita tu supervisión, pero puedes empezar a confiar más en él. Además de ocuparse de sus cosas hay tareas domésticas que puede hacer perfectamente como quitar el polvo o ayudarte a guardar la compra. Ya es capaz de ver qué necesita para una actividad concreta. A partir de este momento despierta la intencionalidad de los niños y asimila mejor las normas. En función del entorno puede hacer recados, siempre que no tenga que cruzar la calle o lugar peligroso.
El nivel de exigencia va unido a la autonomía. Para que los niños crezcan a este nivel, no hay que regatearles oportunidades de hacer cosas por ellos mismos. Esta actitud les ayudará a crecer en responsabilidad, a la vez que ven reforzada su autoestima y su seguridad. Y recuerda, las prisas son el mayor enemigo en este proceso. A veces para hacer las cosas solos, lo único que necesitan es un poco más de tiempo.