Los niños pueden sufrir síncopes, episodios también llamados lipotimias y que hacen que el pequeño se desmaye y pierda el conocimiento durante unos minutos.
Los síncopes en niños, también llamados lipotimias o desmayos, se dan cuando llega una pérdida de conciencia de manera repentina, normalmente acompañada de pérdida de fuerza. Eso hace que la persona pierda totalmente la postura se caiga al suelo si está de pie. En otras ocasiones, aparece esa sensación de que va a perder la conciencia pero no llega a suceder, lo que se llama presíncope.
¿Por qué se producen?
Normalmente, los síncopes en niños se producen por la falta de riego sanguíneo en la zona cerebral, y suele durar muy poco. Esa carencia puede estar motivada por diversos factores, aunque en la etapa infantil y juvenil lo más habitual es que se deba a una bajada de tensión o a una frecuencia cardíaca lenta. Veamos los tipos de síncopes infantiles:
Neurocardiogénicos
Es la causa más frecuente de los síncopes en niños y se produce cuando el sistema nervioso detecta que la presión del corazón es baja, lo que desencadena una respuesta de activación nerviosa. El principal problema es que esa respuesta es tan elevada que surge una respuesta contraria que hace que bajen tanto la frecuencia cardíaca como la presión arterial. Suele producirse por tener el niño demasiado calor o estar quieto durante mucho tiempo, especialmente en lugares muy calurosos.
Cardiogénicos
Tienen más riesgo y son más severos que los anteriores, pero es muy raro que aparezca en niños. Su aparición suele deberse a un problema cardíaco que se pondrá de manifiesto al hacer ejercicio con frecuencia, por ejemplo practicar algún deporte. Sus causas son arritmias cardíacas, malformaciones cardíacas o enfermedades como la miocarditis.
No cardiogénicos
En este apartado se dan el resto de motivos que pueden producir un síncope en niños, como situaciones estresantes, problemas psicológicos, hipoglucemias o problemas de origen neurológico, como migrañas, neuropatías o convulsiones.
¿Qué síntomas se presentan?
En el caso de los síncopes neurocardiogénicos, es habitual que el niño note que va a perder la consciencia ya que lo hace manera progresiva. Primero empiezan los mareos y el niño se pone pálido y sudoroso, por lo que puede saber lo que va a suceder, especialmente si ha sufrido síncopes con anterioridad. En algunas ocasiones se pueden presentar movimientos que parecen convulsiones, como desviación de la mirada hacia arriba, pero en realidad son espasmos.
En el caso de los síncopes cardiogénicos, no hay síntomas, directamente llega el desmayo y la pérdida de consciencia, que puede durar más de un minuto. Si se prolonga mucho pueden aparecer convulsiones y hay riesgo de muerte. Los no cardiogénicos tienen síntomas en función de su origen. Si son de tipo situacional duran muy poco, los de hipoglucemia vendrán con dolor de cabeza, de estómago, vómitos, náuseas, sudoración y palidez; mientras que los psicológicos no tienen síntomas salvo la ansiedad o histeria de cada caso.
¿Cómo se diagnostican?
Por suerte, los síncopes infantiles se diagnostican con mucha facilidad, especialmente si el niño recuerda bien los síntomas y se los cuenta al pediatra para que pueda determinar el problema. Lo más habitual es conocer la historia del niño y realizarle exploraciones y pruebas que determinen el tipo de síncope y su origen. La exploración será habitual y en ella el pediatra prestará atención especialmente a aspectos como el funcionamiento cardíaco, la tensión arterial y la situación neurológica.
Cuando es necesario, se realizan pruebas complementarias, como una medición de la glucosa y un electrocardiograma, aunque éste último ya es en función de todos los resultados anteriores y del estado del niño. Después pueden realizarse también otras pruebas, como electroencefalograma, ecocardiografía, Holter o estudios electrofisiológicos.
¿Cuál es el tratamiento?
Dependiendo del tipo de síncope y su origen, el tratamiento será diferente. Veamos cómo es según el tipo:
Tratamiento síncopes neurocardiogénicos
Se basa en medidas de prevención, no hay tratamiento tal y como lo conocemos. Se recomienda evitar ponerse en pie de manera brusca, no estar al sol, no tomar bebidas con cafeína y beber mucha agua para mantenerse siempre hidratado. En algunos casos, el médico recomienda fármacos y también incrementar el consumo de sal. Cada niño es un mundo, así que solo su pediatra puede determinar el tratamiento más adecuado.
Tratamiento síncopes de origen psicológico
En este caso, el niño recibirá un tratamiento específico para controlar, y si es posible eliminar, la causa que desencadena los síncopes, como puede ser ansiedad, angustia o histeria.
Tratamiento síncopes de origen neurológico
Dependerá también del origen, ya que los que están causados por migrañas se tratan con antimigrañosos, mientras que los que aparecen por crisis convulsivas se pueden tratar con antiepilépticos.
Tratamiento síncopes cardiogénicos
Al ser los más graves, se requieren estudios detallados para poder determinar el tratamiento.
Aunque pueda parecer que un síncope puede afectar muchísimo a los niños y causarle graves daños, todo dependerá del tipo que sea. Lo mejor es acudir cuanto antes al pediatra para que pueda evaluar al niño y decidir qué camino es el más recomendado para que no vuelva a suceder.