Es muy común escuchar decir: «Si fuera por ellos sólo comerían golosinas…», gomitas, chupetines, caramelos…. Todos estos nombre sin duda que se asocian a la infancia, pero hay que tener cuidado porque sólo se deberían comer de vez en cuando.
– De muchos colores y tamaños, las golosinas entrarán sin remedio en la vida de nuestre hijo hacia los dos años.
– Aunque son un alimento de nulo valor nutritivo, no podemos negar su valor emocional. Eso sí, tenemos que acostumbrarlo a que tienen un carácter espóradico, y reservarlas para ocasiones especiales, evitando premiarlos con ellas por ciertas acciones.
– Por ejemplo, una vez a la semana es permisible. (no es una tarea fácil para los padres).
– Las golosinas, en general, están compuestas de azúcare simples de fácil asimilación, aditivos y colorantes artificiales. Algunos de estos colorantes pueden producir reacciones, como el asma en niños predispuestos a ella, y en general no benefician a nadie, por lo que en principio es mejor evitar los caramenlos de colores artificiales y llamativos. A esta edad también hay que prohibir los caramelos duros por el peligro de atragantamiento, y cualquier otro que no puedan masticar bien.
– Los caramelos sin azúcar no se libran, ya que los sustitutivos del azúcar son casi peores que éste. En grandes cantidades, el sorbitol y el xylitol, dos sustancias usadas como edulcorantes, pueden provocar dolor de barriga.