Cuando una pareja de padres tiene un niño con alguna discapacidad se te cae el mundo encima. Cuando una mujer se queda embarazada quiere que todo salga bien y quiere tener un niño sano. Si, por el contrario, tienes un hijo con discapacidad no hay palabras de consuelo para afrontar dicha situación. Podemos compararlo con un viaje. Cuando vas a tener un bebé, es como planear un fabuloso viaje de vacaciones a Italia. Compramos algunas guías de turismo y hacemos unos planes maravillosos: el Coliseo, el David de Miguel Ángel, las góndolas de Venecia… Incluso llegamos a aprender frases en italiano. Todo es muy excitante.
Historia de la belleza de Holanda
Los padres tienen muchas ganas de viajar y después de un tiempo preparan las maletas y con alegría emprenden el viaje en avión. Tras varias horas, la azafata dice: Bienvenidos a Holanda.
- -¿Holanda?- exclaman los padres -¿Qué quiere usted decir con Holanda azafata?. ¡Nosotros queríamos ir a Italia¡ ¡Toda mi vida he soñado con ir a Italia dice la mamá. Pero ha habido un cambio en el plan de vuelo. El avión ha aterrizado en Holanda y allí debemos quedarnos. Lo importante es que no nos han llevado a un lugar horrible, repugnante, sucio, lleno de pestilencia, hambre y enfermedad. Es simplemente un lugar diferente. Debes aprender el idioma y todo irá bien.
- Holanda es menos deslumbrante. Pero después de pasar algún tiempo allí, comenzamos a notar que Holanda tiene molinos de viento, tulipanes, incluso Rembrandts.
- Ese dolor nunca desaparecerá, porque la pérdida de ese sueño es una pérdida muy significativa. Pero si gastamos la vida lamentándonos del hecho de no haber llegado a Italia, nunca podremos ser libres y disfrutar de Holanda.