La eficacia, efectividad, seguridad y beneficios de las vacunas no impiden que, como cualquier medicamento, puedan provocar ciertas reacciones adversas en los niños. Lo importante es asesorarse sobre las contraindicaciones y precauciones antes de administrarlas.
Dentro de las reacciones tenemos:
Reacciones adversas locales: son las más comunes y menos graves. Aparecen, en general, durante las 48 horas posteriores a la inyección y ceden espontáneamente en uno o dos días. Las más frecuentes son: dolor, enrojecimiento, induración y edema, nódulo cutáneo (del 5-10% de los vacunados y que persiste semanas sin dejar secuelas), pápulas y vesículas (vacuna de la varicela).
Reacciones adversas generales o sistémicas: la más importante es la fiebre, seguida de las erupciones cutáneas (sobre todo en las vacunaciones por virus), dolores articulares que aparecen entre los siete y 21 días de la vacunación y que se resuelven espontáneamente en dos o tres semanas, adenopatías generalizadas (vacuna de la rubeola), alteración del estado general con una clínica inespecífica (somnolencia, anorexia, intranquilidad) frecuente tras las vacunas DT (Difteria y Tétanos), antitífica y antigripal y, por último, las lipotimias secundarias a una reacción vagal producida por la inyección.
Via: Pediatría