Gatear sobre la arena, correr descalzos en la hierba, jugar con el agua…¿Cuántas cosas se pueden hacer en verano¡¡¡ Las vacaciones son un gimnasio ideal para enseñar al niño nuevas habilidades porque el ambiente estimula su instinto de exploración. Además, los padres tienen más tiempo para pasarlo con los hijos, debido a las vacaciones, acompañándolo en las conquistas motoras cada vez más complejas.
Cuando el niño aprende movimientos nuevos a través del juego, no sólo mejoras sus capacidades físicas, sino que desarrolla su inteligencia. En los primeros años, la evolución del pensamiento, la capacidad de observación y la concentración dependes de la eficacia de sus movimientos. Cuanta más libertad para explorar se concede al niño, más se estimula su capacidad de aprendizaje. Lo importante es proponer actividades físicas como si se tratase de un juego.
Antes de cumplir el primer año, el ambiente ideal es una superficie plana y blandita, hecha con una alfombra de colores. En el césped o en la playa, el pequeño se encontrará a gusto tumbado, mientras que alrededor de los siete meses, estará bien sentado en este espacio.
Cuando el niño ya ha cumplido un año, rodar sobre la hierba se le hará muy divertido. En esta época el pequeño comienza a explorar el mundo. Las vacaciones le proporcionan muchos estímulos a partir de sensaciones táctiles. El agua, la arena o la hierba son superficies nuevas que debe conocer.
Así que aprovechemos los meses de verano que se aproximan para que el pequeño haga mucho deporte.
Imagen: botpira