Antes de nacer los bebés ya se chupan el dedo. Una vez han nacido, y durante la época de lactancia, se llevan a la boca todo lo que encuentran, es un acto reflejo debido al tipo de alimentación y que además les sirve para tranquilizarse. Para evitar que se lleven el pulgar a la boca muchas mamás recurren al chupete. Es su mejor aliado para relajara sus bebés, ayudarles a conciliar el sueño o calmar su llanto.
La principal ventaja del chupete frente al dedo es que al primero lo puedes hacer desaparecer cuando creas que ha llegado el momento, mientras que su pulgar siempre estará, nunca mejor dicho, al alcance de su mano. El único peligro que comporta este hábito es que si no se retiran a tiempo pueden llegar a deformar la boquita del bebé. Esto suele ocurrir si una vez cumplidos los cuatro o cinco años el niño persiste en esta costumbre.
Si estás apunto de tener un bebé recuerda que durante las dos primeras semanas de vida no debes ofrecerle el chupete, especialmente si vas a darle el pecho, ya que podría saciar con él su necesidad de chupar y luego tendrá menos interés en comer, y también porque el chupete, al igual que la tetina del biberón, les puede confundir cuando están aprendiendo a mamar.