El eructo es la expulsión, por la boca, de los gases que el bebé acumula en el estómago si ha ingerido aire durante las tomas. Esta acción es mucho más frecuente en los bebés alimentados con biberón que en los que toman lactancia materna. En muchas ocasiones, esto es debido a que las tetinas tienen unos orificios que no son del todo adecuados para la correcta succión del bebé, favoreciendo la ingestión de aire constantemente.
No obstante, si el recién nacido se alimenta de leche materna, es más difícil que trague aire, aunque no se descarta si está mal agarrado al pezón o no tiene bien colocados los labios.
Es por lo comentado anteriormente, que debemos poner al bebé a eructar entre toma y toma para que expulse todo el aire que haya podido tragar; pues su alimentación se puede ver dificultada por la enfermedad por reflujo o regurgitaciones.
Nota: si el niño toma pecho, lo recomendable es ponerle a eructar al cambiar de mama, si toma leche de las dos; si sólo toma leche de una de ellas, calcularemos la mitad del tiempo que esté mamando.
Una idea que obtenemos de lo anotado, es que cada niño tiene su propio ritmo particular y, dependerá de sus hábitos alimenticios, que le propiciemos la expulsión de gases de una u otra manera.
Tenemos que tener en cuenta que los gases producen mucha inquietud en el bebé, es por ello por lo que debemos observarle para saber si requiere de nuestra ayuda. Recordemos que tienen que aprender a eructar, tal y como lo hacemos los adultos. Este acto se adquiere con el tiempo, pero al principio, incomodan bastante la quietud del recién nacido.