Aunque parezca increíble, algunos son capaces de detectar el embarazo de sus mamás antes que ellas mismas, volviendo a gatear o buscando el pecho que antes les alimentó. La llegada de “un rival” puede provocar conductas llamativas en tu hijo, así que la prevención es la mejor medicina.
CONSEJOS: Hacia el camino hacia la amistad
Aunque todo depende de su edad y de cómo manejes la situación desde buen principio, sus sentimientos hacia su nuevo hermanito irán cambiando desde el momento que le comuniques la noticia.
- La noticia. Probablemente, cuando le digas que estás embarazada se sentirá feliz con la idea. Puede que incluso lo demuestre de manera exagerada, dándole besos a tu barriga y hablándole al bebé todo el tiempo. Pero no siempre es así. Especialmente si es muy pequeño, es posible que se sienta amenazado y empiece a llamar tu atención de los modos más diversos.
- El nacimiento. El nerviosismo y la ilusión son el común denominador el día de la llegada al mundo de su hermanito. Para contrarrestar la atención que genera el recién llegado, probablemente estará pendiente de él, le hará mimos y le hablará, como que¬riendo hacer saber a los demás familiares y amigos que él es su hermano mayor y, en cierto modo, su protector.
- Los primeros días. Pronto se dará cuenta de que la idea que tenía formada en su imaginación no se ajusta a la realidad. Él esperaba alguien activo con quien compartir juegos, y de pronto se encuentra con un bebé que no habla, apenas se mueve y sólo come, duerme y llora. Seguirá pendiente de él, pero el desinterés irá ganando terreno a la excitación inicial.
- Las primeras semanas. Por más que intentes no desatenderle, la dedicación que requiere un bebé irá en detrimento, cuando menos, del tiempo que antes le de¬dicabas. Y quizás muestre en su comporta¬miento ciertas conductas regresivas al llegar a la conclusión de que la única manera de ser protagonista es volviendo a ser bebé.
- Los meses siguientes. Aplicando el lema «si no puedes con tu enemigo, únete a él», probablemente recuperará la ilusión por su hermanito (real o fingida). Los sentimientos de amor y odio suelen convivir cuando dos personas compiten por el mismo objetivo (en este caso el amor de la madre), pero esta ambivalencia de sentimientos es perfectamente normal en la relación entre hermanos.
- Y al final, tan amigos. Con el paso del tiempo, y a medida que el pequeño sea capaz de responder a los estímulos del mayor, el antagonismo inicial se irá convirtiendo poco a poco en amistad y solidaridad fraternales, creando entre ellos una complicidad que les ligará para toda la vida.