Cómo los niños imitan lo bueno y lo malo

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Si queremos que nuestros hijos no hagan ciertas cosas…lo primero es ¡no las hagamos nosotros!

Con respecto a la seguridad:

Subirnos a una silla para alcanzar algo, tender la ropa encaramados a la ventana, abrir el candado de la caja de las medicinas (o tomarlas delante de él), ponerle pilas al control remoto… Cualquier acción que no queramos que nuestro hijo intente reproducir, mejor no hacerla frente a él. Al menos por el momento.

Las  malas palabras:

La única forma de evitar que nuestro pequeño nos sorprenda con este tipo de bellezas para nuestros oídos, es no decirlas. Si aun así alguna vez aprende alguna palabrota (ahora se encuentra en plena adquisición del lenguaje), no hay que prestarle demasiada atención ni poner el grito en el cielo por muy fea que sea. Cuanto mas nos molesta una palabra, muchas veces mas la repiten, si se puede hay que trata de explicarle, que es fea…pero no siempre se puede. Cuando son tan chiquitos, las palabras les llaman la atención no tanto por su significado, que muchas veces desconocen, sino por su sonoridad o pronunciación. Las ganas de repetirla se les pasará en cuanto aparezca una palabra nueva que suene igual de bien a sus oídos.

La Violencia familiar,  (tema actual y muy preocupante)

En esta etapa de nada sirve aquello de «haz lo que yo digo pero no lo que yo hago», porque para el pequeño de un año la acción que ve predomina como fuente de información sobre lo que oye. Si le gritamos al pequeño para que no agarre la tierra de la maceta, si lo retiramos con energía del lugar cuando hace algo mal o lo zarandeamos cuando estamos enojados además de estar dañando su integridad, su autoestima y sus derechos, le estamos ofreciendo un modelo violento en sus relaciones con los demás. Las va a repetir antes o después aunque luego le digamos que «no se empuja,>.

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