A medida que pasan los días, los bebés van ajustando su visión; los logros son muy rápidos y significativos.
Al nacer, son sensibles al rostro humano. Aunque la visión del bebé es limitada, sus ojos son muy sensibles a los rostros y a los objetos movibles. De esta manera, si la mamá coloca su rostro a 20 centímetros de la cara del bebé, éste no sólo la verá correctamente, sino que moverá sus ojos en señal de reconocimiento.
A los tres meses, comienzan a profundizará la visión. A partir de los 3 meses el bebé puede captar detalles y está en condiciones de formar una imagen tridimensional del mundo; esto es fundamental antes de que adquiera movilidad, ya que no empezará a gatear hasta que no pueda ver la dimensión del lugar que quiera recorrer (altura, profundidad, etcétera).
Entre los 5-6 meses, comienza de diferenciar las imágenes. Comenzará también a diferenciar entre las imágenes de dos o tres objetos y reconoce dibujos. Esta visión de los detalles va mejorando día a día hasta que, entre los 5 y 6 meses, comienza a distinguir las expresiones faciales. Por ejemplo: la tristeza, el temor, la alegría, etcétera, y responde a ellas con su propia expresión.
A partir de los 6 meses, comienza a interpretar lo que ve. Pasados los 6 meses, el bebé puede identificar objetos y adecuar su postura para ver aquello que realmente le interesa; esto significa que podría pararse o agacharse para ubicar mejor su objetivo. A partir de entonces, el mayor desarrollo de la habilidad visual del bebé es la forma en que su cerebro interpreta la información que su ojo ve.