La leche es el alimento fundamental de los bebés. La Organización Mundial de la Salud recomienda la leche materna hasta al menos los dos años de edad y, si esto no fuera posible, leches adaptadas a las necesidades nutricionales de los niños. Sin embargo proliferan unas leches llamadas “leches de crecimiento” que la publicidad insiste en recomendar adecuadas para los niños mayores de un año y que están enriquecidas para hacerlas mejores para ellos.
Los padres las compran creyendo que su hijo estará mejor alimentado con ellas. Sin embargo, según un informe de la O.C.U., las leches de crecimiento no son necesarias. Hace pocos años apareció un nuevo tipo de leche infantil, llamada de crecimiento, enriquecida con vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales. Recomendada para niños de uno a tres años. Es una leche de transición entre la materna y la de vaca. Hoy en día la encontramos fácilmente en el supermercado o en la farmacia junto a la oferta más corriente de fórmulas de inicio y de continuación.
El estudio revela que estas leches no suponen ninguna ventaja alimentaria y que incluso su alto contenido en azúcares y en calorías las convierten en poco adecuadas para los niños. Si ponemos en una balanza los supuestos beneficios de la leche de crecimiento y sus claras desventajas, vemos que, realmente, no son necesarias. La conclusión del estudio es que la mejor opción es una dieta variada y equilibrada, en el supuesto de un niño sano. Sólo si existe algún problema de inapetencia se recomienda tomar este tipo de leche. Por supuesto, siempre después de consultar al pediatra para descartar cualquier otro problema en la salud del niño.
Imagen: sanutribabyclub