Terapias florales en bebés y niños

bebe2.jpgSeguramente no sea lo más habitual que recete el pediatra en los controles. Pero, sin embargo, es una opción que todos los padres deberían de considerar para brindarle al hijo un crecimiento feliz. La terapia floral acompaña el desarrollo del niño y desde que nace puede estar presente para superar la angustia y el shock del trauma del nacimiento.

Las terapias florales se basan en una concepción holística del ser humano y su efecto no depende de creer ó no creer en ellas. Adecuadamente indicadas y tomadas, no solo notan sus efectos quienes las toman sino también su entorno.

Desde hace varios años Ana Freud habló de “respuestas sanas” refiriéndose a que durante el crecimiento de un niño, desde su nacimiento hasta la adolescencia, va pasando por momentos en que aparecen ciertos “síntomas” que en primera instancia se pensarían como problemas pero en realidad son indicadores de procesos físicos y psicológicos imprescindibles para el desarrollo y maduración del niño.

Las más significativas son:

Trauma del crecimiento:

El nacer es vivenciado por el bebé como algo traumático, fundamentalmente por la cantidad t la intensidad de estímulos a que es sujeto. Eso es un shock y puede despertar intensa angustia. Para superarlo, se colocan algunas gotitas en partes de su cuerpo – muñecas, cachetes. cordón umbilical- durante un par de semanas.

Cólicos:

Para aliviar la angustia que generan en los primeros meses se colocan florales diluidos en agua mineral sin gas en el mamadera y logramos que se calme, junto con mimos y sostén.

Dentición:

Las terapias florales alivian la desesperación generada por el dolor. Otras situaciones por las que deberá pasar durante su crecimiento y en las cuales las terapias florales pueden serle de utilidad son: las fobias (temores que ocurren a los dos años), las pesadillas (alrededor de los tres años,

Las alteraciones con las comidas y el sueño (sueño inquieto),el comienzo del preescolar, los cambios de escuelas, la llegada de un hermanito, enuresis diurna y nocturna. Para indicar la fórmula adecuada es necesaria una entrevista inicial para observar la conducta del niño y que sus padres relaten las situaciones en detalle.

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