– Hidramnios: es la excesiva cantidad de líquido amniótico en la cavidad amniótica.
– Hiperemesis gravídica: son aquellas alteraciones digestivas que aparecen durante el primer trimestre del embarazo. Se caracteriza por un cuadro de vómitos intensos y repetidos que originan problemas de desnutrición. Su causa puede ser debida a trastornos orgánicos funcionales o componentes psíquicos.
– Hipertonía uterina: se llama así a la situación en la que después de la contracción no se consigue relajación completa del útero, manteniéndose el tono basal elevado.
– Ictericia: se denomina así al color amarillo de la piel, ojos y secreciones, debido a la presencia de pigmentos biliares (bilirrubina).
– Incompetencia cervical: supone la incapacidad del cuello uterino para mantenerse cerrado durante toda la gestación. Para no proceder a la interrupción del embarazo, se hace una operación con anestesia local denominada cerclaje; ésta consiste en cerrar el cuello mediante un hilo corredizo. En el momento del alumbramiento, dicho hilo, es eliminado.
– Infección puerperial: es una infección localizada en el aparato genital durante el período del puerperio. Se manifiesta por estado febril elevado y útero doloroso al palparlo y con un volúmen más grande de lo que corresponde. Así pues, los loquios, pueden ser malolientes.
– Inmunoglobinas: son aquellos anticuerpos que recibe el feto de la madre a través de la placenta. De la correcta transmisión, dependerán las defensas del feto.
– Insuficiencia placentaria: supone la capacidad de la placenta para cumplir óptimamente con su función. Esta situación afecta a todos los aspectos de la fisiología del feto.
– Involución uterina: se denomina así al retorno del útero a su tamaño, altura y posición normales después del parto. Éste, desciende un centímetro por día y ya no es palpable hacia el décimo día. Su estado originario se recupera en 25 días.