La mayoría de las mujeres embarazadas consume algún tipo de fármaco durante la gestación. Los fármacos pasan de la madre al feto sobre todo a través de la placenta, la misma ruta que siguen los nutrientes para el crecimiento y el desarrollo fetal. En la placenta, los fármacos y los nutrientes atraviesan una membrana delgada que separa la sangre materna de la fetal. La administración incorrecta de fármacos durante el embarazo puede afectar al feto causando lesiones irreversibles.
Los efectos adversos de un fármaco dependen de la edad del feto y de la potencia y de la dosis del fármaco. Ciertos fármacos tomados al comienzo del embarazo pueden llegar a provocar la muerte del embrión. Cabe destacar que el feto es particularmente vulnerable entre los días 17 y 57 después de la fecundación, que es cuando sus órganos se están desarrollando. Los fármacos que alcanzan al feto durante esta fase pueden provocar un aborto, una anomalía evidente en el momento del nacimiento o un defecto permanente pero imperceptible que resulta evidente con el paso de los años, aunque también es posible que no provoquen ningún efecto notable.
Las mujeres embarazadas no deben automedicarse nunca, han de pedir primero consejo a su médico de cabecera o ginecólogo para que valore el riesgo-beneficio en función del tiempo de gestación, la enfermedad o sintomatología materna y el fármaco a consumir. Una gran variedad de antibióticos como la penicilina, ampicilina, amoxicilina, los macrólidos, y hormonas como la progesterona natural o la tiroxina pueden administrarse sin ningún riesgo durante la organogénesis. En el caso de la tiroxina, es fundamental de hecho su administración siempre que sea necesario ya que el tiroides debe estar funcionando perfectamente, sobre todo en la sexta o séptima semana de gestación.
Asimismo, existe un grupo de fármacos que nunca deben utilizarse durante el embarazo. Por ejemplo, las mujeres que consumen IECAS, recetados para la hipertensión, deben abandonarlos inmediatamente en el momento en que se quedan en estado. Del mismo modo, hay que desechar antidepresivos como el litio, que se utiliza para las depresiones mayores, o la talidomida, que puede llegar a causar la falta de miembros en el embrión.
Imagen: reproduccion asistida