Problemas más comunes y sus mejores soluciones
GOLPES
Usualmente cuando te golpeas una uña cambia de rosado a rojo y, pocas horas, después, a morado. Estos cambios de color se deben a una hemorragia que se ha producido por debajo de la misma uña. En los primeros momentos tras el golpe, podemos aplicar un pedacito de hielo sobre la uña para contener el dolor y la inflamación.
Horas después, un ligero vendaje evitará la reactivación del dolor por cualquier roce. La principal complicación suele ser la aparición de estrías o pequeños hundimientos de la uña que, normalmente, desesperan a las madres por su lenta evolución.
En otras ocasiones, si el golpe ha afectado a la matriz, puede provocar un desprendimiento de la uña. Normalmente, sólo hay que esperar a que crezca y estas marcas desaparecerán por sí solas.
COMERSE LAS UÑAS
Ésta mala costumbre, también llamada onicofagia, en realidad suele ser la manifestación de un problema de origen psicológico relacionado con la ansiedad. La potenciamos cuando la longitud de las uñas es irregular y el niño tiende a normalizarlas mordiéndolas con sus dientes.
Córtalas y limarlas disminuye su atención sobre ellas. Presta igual atención a sus cutículas. Esos incómodos pellejitos harán que tu hijo se ponga bizco y comience su destructiva labor. Un poco de crema suavizante o aceite sobre la cutícula evitarán esos roces que tanto le molestan.