Las personas a lo largo de la vida tenemos una necesidad innata de mantener vínculos de apego con otras personas de nuestro entorno a lo largo de nuestra vida, sobre todo en la niñez.
El primer año de vida es el más importante. Si el primer año de vida es llevado positivamente da una persona con autoestima fuerte, seguridad, capacidad de dependencia e independencia y de confianza en los demás. Mientras, que si tu primer año de vida no ha sido bueno, ha sido negativo, se creará una persona hostil, desarraigada, desconfiada e insegura.
El estilo de vínculo afectivo llevado a cabo en las primeras relaciones de vida, son representativos en las relaciones posteriores. Tiene tres fases:
- Protesta: comienzas los indicios de disgusto, nerviosismo, lloros… que significa una protesta de búsqueda de vínculo. Sin embargo, el vínculo no aparece, la figura de apego no existe.
- Desesperación: la protesta es infructuosa y aparece un periodo de desesperación que se manifiesta con lloros prolongados y agudos.
- Desapego: se acostumbraran a vivir así, sin que les den cariño, mostrándose indiferentes a la figura de apego.
Tipos de vínculos:
- Vínculos seguros: la figura le proporciona al niño altos niveles de reciprocidad, confianza en la protección, sensibilidad y sensación de apego.
- Vínculos inseguros: conductas ambivalentes de la figura de estar y no estar, hay contacto y otras veces no. El niño sufre una gran desconfianza hacia el apego.
- Vínculos inseguros y desorganizados: la figura de protección se contradice a la vez y es fuente de angustia. La figura está presente pero no responde a las necesidades del niño. Por ello, le provoca ansiedad.
- Ausencia de vínculos: existe un abandono de vínculos y trastornos de personalidad.