La leche materna es el mejor alimento que existe para los bebés. Aparte de los beneficios que la leche materna ofrece en la formación del cerebro de tu bebé y en la lucha contra las infecciones, la lactancia te ayuda a crear un vínculo muy fuerte y especial con tu pequeño. La leche materna contiene el equilibrio adecuado de nutrientes, y algunos de ellos protegen al infante contra ciertas enfermedades. Las madres que son más extrovertidas y menos ansiosas son más propensas a amamantar a su bebé y a continuar alimentándolo con su leche que las mujeres que son introvertidas o ansiosas, según un artículo de la revista Journal of Advanced Nursing.
Durante el embarazo, el pezón y la parte pigmentada que lo rodea (areola) se vuelven gruesos para prepararse para la lactancia materna. Algunos expertos recomiendan dejar leche sobre el pezón después de amamantar y dejar que se seque para proteger los pezones. En ocasiones, las mamas se inflaman y duelen durante unos días después del parto. El mejor tratamiento para esto es amamantar al bebé con más frecuencia. Algunas recomendaciones para amamantar a tu hijo son las siguientes:
- En un lugar cómodo os colocaréis tu bebé y tú. Sujeta al bebé de forma tal que la barriguita de él toque su vientre.
- Guía suavemente al bebé para acercarle la nariz a su pezón. Con una mano, sosténgale la cabeza. Con la otra mano, sosténgase el seno. La nariz y el mentón del bebé deben tocarle el seno.
- Cuando el bebé está bien prendido, sentirá que tira de su seno con la lengua profundamente en la boca.