Durante el período de gestación, es normal que aumente el índice de azúcar en la sangre materna. La cantidad sobrante, pasa al feto a través de la placenta.
Si no se controlan los niveles de azúcar, el bebé aumentará de peso más de lo normal y su salida por el canal del parto puede resultar bastante traumática. Así mismo, sus pulmones tampoco tendrían la madurez necesaria.
Pero, este desajuste no sólo pueden tener consecuencias negativas para el pequeño, también para la mujer embarazada. Ésta tiene más probabilidades de sufrir una crisis de preeclampsia y una cesárea de urgencia.
Para prevenir estos trastornos, la madre es sometida a un análisis de sangre de rutina denominado «test de glicemia basal». Se realiza al inicio del embarazo y se repite entre la semana 20 y la 30. Éste nos permite conocer los niveles de glucosa en la sangre materna.
Otro análisis más certero es la «minicurva de sobrecarga». Deberá efectuarse entre la semana 24 y 28. Consiste en dos extracciones sanguíneas, antes y después de la ingestión de 50 grs. de glucosa. Si la minicurva da un resultado positivo, se deberá realizar una prueba más exhaustiva con 100 grs. de glucosa.
Nota: para curar este trastorno, en términos generales, será suficiente con disminuir el aporte de azúcar simple en la dieta. Y sólo en determinadas ocasiones, será preciso recurrir a medicamentos.