En torno al primer año, nuestro bebé ya tiene sus primeros dientes. Sin embargo, hay niños/as que comienzan a salirles antes y a otros, después. Es algo muy normal. Únicamente, en el caso de que a los catorce o quince meses aún no hubiese ningún síntoma de erupción dentaria, habría que comprobar si alguna cosa no funciona. Con la aparición de los primeros dientes, el bebé puede tener algunos síntomas como fiebre y resfriado y, a veces, incluso, de diarrea e irritaciones. Los primeros en salir son los incisivos, ideales para masticar verduras y alimentos blandos; más tarde, apuntan los molares y caninos, adaptados a la adaptados a la carne. Sin embargo, ésto también puede variar según la persona.
Hay casos de bebés que lo pasan muy mal y el pediatra puede recetarles un analgésico. Por ello, se recomienda acudir a su médico si se encuentra muy molesto y con varios síntomas. Además, facilitar al bebé durante el día mordedores específicos para la dentición o darle el chupete enfriado en la nevera, puede calmar su dolor. Se recomienda acudir a la revisión con el dentista durante el primer año de vida, para recibir consejos preventivos sobre alimentación y la higiene dental.
Debemos empezar a limpiar los dientes en el primer momento de su aparición, primero con una gasita húmeda y, cuando ya estén los primeros molares, con un cepillo para niños. Cuando vayan haciéndose mayores, ellos deben hacerlo solos. Es importante que se acostumbren a hacerlo, desde pequeños.