Queridos amigos, aquí os dejo la segunda parte de uno de los cuentos infantiles más conocidos.
Espero que esta nueva versión os guste tanto como a mi.. como os comenté, no es el cuento clásico.
Pero seguramente, más a delante os pondré el clásico.. así podréis comparar. Espero que os guste.. aquí os dejo la continuación.
Rapunzel
Rapunzel tuvo dudas al principio. Habían estado juntos un par de horas y habían hablado, se habían reído mucho y lo habían pasado bien. Pero aunque quería salir de aquel lugar y aquel muchacho era muy agradable, no veía por qué tenía que casarse con él.
– Me encantaría que me sacaras de aquí. Pero no sé si quiero casarme contigo. ¿No podemos simplemente ser amigos?
El joven se quedó un momento pensativo. Aquella joven era bellísima y muy agradable. Aunque no quisiera ser su esposa no podía dejarla ahí encerrada. Así que aceptó ser solo amigos y le prometió que al día siguiente vendría a buscarla con una escalera para sacarla de ahí. Rapunzel se puso tan contenta que comenzó a cantar otra vez.
– Muchas gracias. Tú sí que eres un verdadero amigo.
Sin embargo, para desgracia de los dos, la bruja había olvidado su sombrero en lo alto de la torre y había vuelto para recogerlo. Al encontrarse al joven bajando por la trenza de Rapunzel comprendió de inmediato el engaño.
– ¡No volveréis a veros! – gritó enfurecida y hechizó al chico, dejándole ciego.
La bruja, además, sacó a Rapunzel de aquella torre, le cortó su larga trenza y la abandonó en un lugar muy muy lejano del bosque donde no vivía nadie y donde nadie podría encontrarla jamás.
El joven, al quedar ciego no fue capaz de salir del bosque, estuvo durante mucho tiempo vagando entre los árboles. Un día, por casualidad, el muchacho llegó al lugar donde vivía Rapunzel. No podía verla, pero escuchaba claramente su bella voz, así que se acercó, convencido de que por fin la había encontrado. Cuando Rapunzel vio al joven se puso muy contenta.
– ¡Has cumplido tu promesa! Realmente eres un buen amigo.
Pero en seguida se dio cuenta de que el joven estaba ciego. Por su culpa aquel muchacho se había cruzado con la bruja y esta le había condenado a no ver nunca más. Rapunzel se puso muy triste y abrazó al joven con cariño.
– Lo siento, lo siento mucho, amigo – le dijo con lágrimas en los ojos.
Por suerte, aquellas lágrimas cayeron sobre los ojos del muchacho y al momento la luz y los colores volvieron a él. ¡Podía ver!
Juntos atravesaron el bosque y regresaron a la ciudad de la que venía el joven. No llegaron a casarse nunca, pero fueron amigos, muy buenos amigos, para siempre.
foto: babysamsblog
visto en: cuentoalavista.com