Cuando comienzan la educación inicial, los niños empiezan a practicar con los números si no lo han hecho antes. Los padres podemos ayudarlos en este aprendizaje incluyéndolos en las actividades cotidianas, a modo de juego.
• Empecemos enumerando los más bajitos: cuando les metemos las mangas de un suéter o les ponemos los zapatos (un pie, dos pies).
• Hay muchas ocasiones para contar. Al subir escaleras, los escalones; al comer, los trozos de fruta…
• Hacerles preguntas relacionadas con su cuerpo: «¿Cuántos deditos hay en cada mano? ¿Y cuántas orejas?. Es un juego perfecto para los trayectos en auto o en un transporte urbano (el viaje se le hará más corto) o mientras los bañamoso los vestimos.
• Pedirles en el supermercado que nos ayuden a colocar en el carrito cuatro yogures, tres latas de tomate, dos chocolates…
• Llenar un bol con arvejas o garbanzos y animarlos a que hagan montoncitos en la mesa: «Siete en un lado y dos en otro», por ejemplo. Juntarlos todos para que los vuelvan a contar. Y empezar de nuevo al revés, sacando elementos. Esto los ayuda a entender las sumas y las restas.
• Enseñarles canciones que obligan a contar, como: «Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña y como veía que no se caía fueron a llamar a otro elefante. Dos elefantes se balanceaban…», », y así sucesivamente.
• Comprarles imanes con forma de número para poner en la heladera o en un pizarrón imantado.
• Y, sobre todo, no asociar nunca la palabra difícil cuando se habla de matemática. No existen operaciones difíciles cuando se saben hacer.