El líquido amniótico

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El origen del líquido amniótico es mixto y procede de tres partes: de las células ovulares, de las células de la madre y de las del feto. Al principio del embarazo se produce a partir de las células que conforman las membranas de la bolsa de aguas que recubren la placenta y envuelven el cordón umbilical.

El volumen o cantidad del líquido amniótico no se mantiene estable durante todo el embarazo. Normalmente, la cantidad que sale y entra en la bolsa de las aguas es el mismo, se renueva en forma continua. Cada tres horas, por ejemplo, el agua se renueva totalmente.

Lo más común es que su volumen y estado sean estables durante todo el embarazo. Sin embargo, existen patologías que hacen que la cantidad de líquido varíe. La eliminación del líquido se produce a través de la deglución del feto y la absorción hacia la sangre a través de la placenta.

Así, se habla de polihidramnios cuando se observa un volumen excesivo de líquido y de oligohidramnios cuando el mismo disminuye anormalmente. El problema no es que haya poco o mucho líquido, sino la causa que provoca esas alteraciones. La respiración del feto dentro del líquido amniótico no se hace a través de los pulmones sino del cordón umbilical por donde le llega la sangre oxigenada a su organismo.

APORTES EN EL EMBARAZO:

Sirve para la nutrición fetal. Muchos de sus componentes son tragados por el feto y, por lo tanto, utilizados para su alimentación. De hecho, el 10% de las proteínas del feto provienen del líquido amniótico. Regula el agua y mantiene la temperatura corporal del feto como un termostato.

Protege al feto frente a posibles agresiones externas, como si fuera una almohada. Crea alrededor del feto un espacio que le permite moverse sin problemas con libertad. Es imprescindible para su desarrollo, cuando hay poco los pulmones no crecen con normalidad.

Proporciona un hábitat estéril para el feto, lo protege de posibles contaminaciones de gérmenes que pudieran penetrar a través del tapón mucoso de la madre

EN EL PARTO:

Acelera las contracciones, facilita la dilatación. Cuida al feto impidiendo que las contracciones uterinas ejerzan una presión excesiva sobre él durante el período expulsivo.

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