Continuamos hablando sobre los embarazos múltiples, los cuales necesitan una vigilancia más estricta porque tanto la mamá como la placenta que alimenta a los dos bebés están sujetas a mayores exigencias. La gestante tiene más riesgo de sufrir diabetes, anemia e hipertensión, que a su vez pueden derivar en edema (retención de líquidos) y preclampsia (un trastorno que produce retraso en el crecimiento del bebé). Por su parte, los chiquitos tienen más probabilidades de sufrir alteraciones en el funcionamiento de la placenta, crecimiento intrauterino retardado, malformaciones y parto prematuro.
Los peligros existen y no hay que pasarlos por alto, pero afortunadamente, hoy en día los médicos disponen de diversidad de métodos y moderna tecnología para tratar las gestaciones múltiples, que llegan la mayoría a buen término. A lo largo de la segunda mitad del embarazo, se realizan ecografías periódicas para controlar el crecimiento de los bebés y poder detener las contracciones en el caso de que se presenten antes de tiempo, o adelantar el parto si algo no funciona bien.
Los controles y cuidados son muy importantes especialmente mantener una dieta estricta para prevenir la aparición de diabetes gestacional, así como el exceso de grasa que facilita la aparición de trastornos como la hipertensión. Aunque se puede engordar algo más que en un embarazo único, en general no conviene sobrepasar los 14 kilos.
Cuando aparecen muchas contracciones o el volumen de la panza dificulta la realización de las tareas habituales es aconsejable guardar reposo.
Generalmente casi la mitad de las gestantes dan a luz por vía vaginal sin más problemas que el de realizar el período expulsivo dos veces seguidas. La posición de los bebés es determinante. Cuando la cabeza de los dos está orientada hacia abajo, el parto se desarrolla sin complicaciones, cómo en el caso cuando uno de los chiquitos se sitúa cabeza abajo y el otro de nalgas. Pero en el caso de que los dos se encuentren de nalgas o uno está atravesado horizontalmente, habrá que recurrir a la cesárea. Entre el nacimiento de un bebé y otro pueden transcurrir entre 15 y 20 minutos.