La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) ha anunciado su interés de promocionar la lectura desde la pediatría de AP, ya que “como profesional y confidente de los padres, el pediatra puede actuar como dinamizador del hábito de leer, una práctica que puede influir sobre el modo de vida del niño, tan relacionado con su salud”, tal como ha explicado la doctora Alfonsa Lora Espinosa, miembro de la Apea.
Según explican los expertos, desde el nacimiento se debería poner en contacto al bebé con las fuentes de lectura (cuentos, libros, juguetes con formato libro, etiquetas, etc…); en estas edades prelingüísticas y prelectoras, básicamente, se promueve el acercamiento a la lectura emergente.
La lectura emergente es la toma de contacto con el texto impreso: aprender a diferencias dibujos y objetos de las grafías (que sobre una página de color blanco hay unos “dibujitos” negros que son las palabras), conocer que ambos se relacionan entre sí y empezar a conocer la estructura de las historias narradas, en las que hay un inicio, un argumento y un desenlace, donde el “colorín colorado
este cuento se ha acabado” cobra el significado inequívoco de que la historia terminó.