La boca de los bebés son una ventanita al mundo, desde que nacen hasta alrededor de los dos años, la actividad del bebé se centra casi exclusivamente en su boca. Cuando llega al mundo, el bebé cuenta con una serie de reflejos que van desapareciendo alrededor de los seis meses, y que son la base de adquisiciones posteriores como la marcha, el manejo de los brazos y la masticación.
La adquisición de la succión es el que permanece por más tiempo. Gracias a él, el pequeño descubre que su boca es el medio para conocer el mundo que lo rodea. Se denomina “etapa oral” a la que transcurre desde el nacimiento hasta aproximadamente los dos años. Por medio de esta no solo se alimenta sino que adquiere sus primeras experiencias de contacto y reconocimiento del ambiente exterior.
La succión está vinculado son su supervivencia, dado que le permite alimentarse. Pero el contacto con el cuerpo de mamá mediante el amamantamiento le permite también reanudar el vínculo iniciado en la panza. A medida que la boca se ejercita se va adaptando a diferentes objetos, como el pezón, el chupete y los deditos. Así comienza a distinguir los diferentes estímulos y objetos que lo rodean.
Por medio de la succión, el bebé descubre que su boca constituye una enorme fuente de sensaciones placenteras. Junto con la leche, recibe también las caricias, el olor de su mamá, le brinda bienestar adicional. Más adelante, para experimentar esas sensaciones ya no necesitará tener hambre sino que podrá obtenerlas succionando el chupete, su dedo o cualquier objeto que caiga en sus manos, por ejemplo su sabanita o un osito.