Por «comida basura» entendemos toda aquella que está relacionada con un alto nivel de grasas, sal, condimentos o azúcares y numerosos aditivos alimentarios. Como veréis, este tipo de comida no es recomendable consumirla a diario ya que ciertos estados de nuestra salud, empeorarían. Si nos quedamos con el colectivo de embarazadas, éste tiene que cuidarse mucho y llevar una dieta sana y equilibrada. Por ello, esta comida no debe estar dentro de su alimentación.
Es bien conocido que la alimentación de la madre durante el embarazo ‘educa’ las papilas gustativas del feto a través del líquido amniótico. Por ejemplo, si la madre tiene una dieta rica en frutas y vegetales, el bebé aceptará más rápidamente estos alimentos cuando empiezan a ser introducidos en su dieta sólida. Si una embarazada consume de esta comida, no sólo tendrá un bebé «adicto» a las «fast food» si no con más riesgos de padecer enfermedades metabólicas. En definitiva, las madres embarazadas que consumen ‘comida basura’ pasan a sus bebés este hábito con las consecuencias adversas que esto supone, a corto y largo plazo.