La amigdalitis es una de las enfermedades más comunes en los chicos. Consiste en la inflamación de las amígdalas, unas pequeñas masa de tejidos carnosos situadas a la entrada de la faringe que tienen la misión de producir anticuerpos para combatir infecciones.
CAUSAS:
Suele estar causada por un virus o bacterias (estreptococos), que se contagian a través de las gotitas de saliva que saltan al aire cuando el enfermo tose o estornuda, o por contacto directo. No es cierto que pueda pescarse por pasar frío o estar poco abrigado.
SÍNTOMAS:
La amigdalitis bacteriana comienza de manera brusca con fiebre muy alta (más de 39°), inflamación y enrojecimiento de las amígdalas; se acompaña a veces de placas blanquecinas, dolor de cabeza, náuseas, pérdida de apetito y malestar general.
La amigdalitis vírica se inicia de manera más gradual que la bacteriana, con fiebre moderada (menor de 39°), dolor de garganta, mucosidad y tos. En algunas ocasiones también pueden aparecer placas de pus.
TRATAMIENTO:
Si el médico considera que es una infección bacteriana (lo confirma por medio de un cultivo de secreción faríngea), recetará antibióticos. Si cree que es un virus, sólo prescribirá analgésicos y antitérmicos para disminuir la fiebre y mitigar el dolor. Es aconsejable ofrecer al pequeño líquidos frescos.
Los antitérmicos se utilizan cuando la temperatura del bebé es superior a 38° en la axila o a 38,5° en el recto. También están indicados para aliviar el malestar del pequeño cuando tiene fiebre, aunque no se alta, si cuenta con antecedentes de convulsiones febriles y en casos de enfermedades metabólicas, neurológicas o cardiorrespiratorias.
La extirpación quirúrgica de las amígdalas (en general, a partir de los cinco años) está indicada cuando el chico tiene infecciones de repetición y el tratamiento no da resultado, si son muy grandes (hipertrofiadas) y dificultan la respiración, o siempre que la infección continuada pueda afectar a otros órganos.