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Pese a la creencia de que la mente de los niños es sencilla debido a su corta edad, el catedrático de Psicología Cognitiva del Birkberck College de la Universidad de Londres, asegura que incluso antes de que los bebés comiencen a andar su mente son capaces de sentir emociones como los celos o la empatía.

El hecho de que los bebés carezcan todavía de movimiento o del habla otorga especial importancia a la interacción visual con éste, puesto que es la única forma de proporcionarles información.

Así, el bebé en los seis primeros meses es capaz de interpretar las emociones de quiénes les rodean atendiendo a los gestos que éstos hacen  y condicionando su estado de ánimo en función de la expresión que ven.

También se asegura que aunque no existen diferentes cerebros según el sexo del bebé, sí es diferente la atención que se presta. En el caso de los niños, éstos atienden más a los objetos mientras que las niñas a las personas.
 

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